Después de veinte años de condena todavía puedo recordar la sangre goteando en el suelo, los sesos de la víctima esparcidos por la pared, el rostro de los familiares en la sala mirándome de forma acusadora. El informe no dejaba lugar a dudas. Nueve puñaladas certeras cosieron el cuerpo del muerto. En la cárcel se cuenta con mucho tiempo libre. Paso los días en la biblioteca estudiando una carrera, leyendo libros o construyendo alguna maqueta a escala para matar el tedio. Hay días en que desearía salir. Ir a la playa, pisar la arena, zambullirme en el mar o disfrutar del sol. Pero estoy detrás de unas rejas. Varias veces me han llevado a un comité para concederme la libertad condicional y reducirme la pena. Pero yo sigo en mis trece. Lo volvería a hacer, les digo, me volvería a inculpar para salvar a mi hijo.
Álvaro
Hace 11 años
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