Conductores



Existen varias clases de conductores. Los hay con malas pulgas que en cuanto ven el mínimo atisbo de tráfico se ponen a proferir insultos y a pitar como si fuesen unos descerebrados. Les molesta cualquier cosa; el abuelo que tarda demasiado en cruzar el paso de cebra, el crío que le observa desde la acera o el vehículo delante del suyo. Son irascibles por naturaleza y se vuelven nocivos en cuanto tienen un volante en sus manos. No les importa bajarse del coche, montar una bronca de campeonato con el conductor de turno por cualquier tontería o liarse a tortas con quien sea.

En el lado opuesto están los tranquilos, quienes no se alteran ni siquiera si divisan una nave espacial en la carretera. Jamás se meten con nadie y sólo desean llegar sanos y salvos a su lugar de destino. Si otro conductor les pita hacen caso omiso. Si se da la circunstancia de que hay mucho tráfico esperan pacientemente en la carretera a que se disipe la caravana de camiones y vehículos. Sin embargo, hoy uno de esos tíos tranquilos se ha enzarzado en una pelea con un conductor descerebrado. La causa que su mujer se lo estaba montando con el otro fulano.